Fin del mundo...

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viernes, 7 de mayo de 2010

III. PREGUNTATE. SER AGRADECIDOS (CONTINUACIÓN)

Cuando hablamos de consciencia no solo nos referimos a un estado de observación a través de los cinco sentidos, (que son una ventana de nuestro cerebro abierta al mundo), capaces de suscitar pensamientos y emociones, (lo cual está muy bien siempre que uno no se limite tan sólo a mirar, hipnotizarse y rellenar el tiempo de nada).

La consciencia a la que nos referimos es aquella que puede evaluarse y ofrecer valores útiles. Por eso, en oriente, los buscadores del conocimiento, concretamente en la meditación Zen, desarrollaron un sistema de preguntas cuya finalidad era, además de mejorar la conciencia propia, proyectarla hacia fuera. Los llamaron “koans”. Cómo esta forma de enseñanza ha quedado algo anacrónica, propongo otro tipo de preguntas de utilidad inmediata y con el poder para transformar la consciencia.
La meditación debe tener una finalidad útil. Estoy en desacuerdo con la enseñanza que predica: “se ha de meditar sin finalidad, pues sino estarías buscando un deseo y en el mundo del espíritu el deseo es la fuente de todo sufrimiento”. Eso está muy bien para el mundo del espíritu, pero aquí estamos en el de los vivos; pretender acceder a ese mundo “espiritual” es tan útil como los que meditan con los ojos idos y la cara lánguida y recitan cosas como:”somos el reflejo de un rayo de luz cósmica, y ahora vamos a ver como una luz dorada penetra por la coronilla y recorre todo nuestro cuerpo”. Solo me falta oír por dónde sale… Una cursilería.

Vamos a describir tres preguntas que te puedes hacer de vez en cuando y que desarrollarán tu capacidad de empatía, compasión, ecuanimidad y otras muchas cualidades positivas que serán de gran utilidad para ti y para los demás.

1º. ¿Qué hizo alguna persona por mí en aquella ocasión o durante cierto tiempo?
2º. ¿Qué hice yo por esa persona?
3º. ¿Qué problemas le pude haber causado?

La primera pregunta implica un grado de grado de reconocimiento y una toma de conciencia que nos sitúa en una posición de humildad. En el mundo materialista actual vemos como pasamos por delante de todos los bienes que nos da la sociedad; familia, amigos, sistema social, etc., y no nos paramos ni un instante a evaluarlos. Es como si todo el bienestar que nos rodea cayera de los árboles como las frutas maduras. Todo lo damos por sentado, diciéndonos: “por supuesto que me merezco esto, eso y aquello”.

La segunda fomenta la toma de conciencia. La sensación de duda positiva que aparece a continuación te hace sentir que creces dentro de ti mismo, pero también puede hacerte consciente de tu ingratitud. Esta última sensación te encoge el corazón y serás consciente del “peso y volumen” de tu ingratitud. ¿Sabes ser agradecido? ¿Has devuelto de alguna manera el favor recibido?

Y, la tercera está relacionada con la emoción que deja en el alma el hecho de no haber cumplido, y del daño físico, moral o espiritual que pudiera haber causado mi indiferencia a otra persona.

Hazte estas preguntas en primera persona, y comprenderás que el mundo entero y tu vida en él no son más que entrenamientos para que durante lo que dure tu existencia puedas llegar a sentir la conciencia:

¿Qué ha hecho mi discurrir por la vida con mi conciencia?
¿Qué ha hecho la conciencia por mí?
¿Qué problemas he causado a la posibilidad de descubrir mi conciencia?

La finalidad para la que hemos sido creados es descubrir la conciencia durante la vida, sin conciencia sólo somos un mecanismo biológico dentro de la evolución natural.
Hemos nacido para ser conscientes de nuestra conciencia.

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